CONSTRUCCIÓN

El auge de la construcción en Aragón, castigado por la falta de mano de obra

El sector cerró el pasado año con 38.000 trabajadores, casi 10.000 más que hace una década, pero todavía un 36% menos que hace 15 años
Un trabajador, en una obra de construcción de viviendas en Zaragoza.
Alberto Arilla

El sector de la construcción se derrumbó en el año 2008. El estallido de la crisis económica, en la que el boom inmobiliario fue parte esencial, provocó un golpe brutal al mercado inmobiliario que se vio reflejado tanto en el descenso de las obras, que dejaron de reproducirse o, directamente, no llegaron a culminarse, como en el consiguiente descenso del trabajo. Esta última situación queda a la luz con los datos aragoneses de la Seguridad Social, que cerró el pasado 2024 con 38.677 trabajadores afiliados (un tercio de ellos, autónomos), casi 10.000 más que hace una década, cuando el ladrillo tocó fondo, pero todavía un 36% por debajo de los datos de hace 15 años. En enero de 2009, tan solo unos meses después del crac de Lehman Brothers, la Seguridad Social todavía contaba en Aragón 61.626 trabajadores en el sector de la construcción.

Esta recuperación, demasiado paulatina, choca con el reciente impulso aragonés a la vivienda tanto desde el sector público (DGA y Ayuntamiento de Zaragoza han impulsado más de 1.000 pisos de alquiler asequible durante el último año) como desde el privado. Y es que, por comparar, en 2024 el Colegio Oficial de Arquitectos otorgó el visado a unas 3.000 viviendas de obra nueva, tan solo 1.000 por debajo de las autorizadas en 2008. Aunque, eso sí, ese año ya dejó patente la imparable caída del sector, pues en 2006 se llegaron a visar más de 15.000.

Así las cosas, el auge que está experimentando la construcción en los últimos meses se está viendo lastrado por la falta de mano de obra, un problema que responde a varios factores. »El motor se gripó en 2008 y todavía no termina de arrancar», expresa Juan Carlos Bandrés, presidente del recién creado clúster de la construcción, quien asegura que el problema no solo afecta a los albañiles y a los peones, sino que también se deja notar en la carencia de jefes de obra y encargados. Como ejemplo, Bandrés pone en liza una de las urbanizaciones «estándar» que está desarrollando su empresa, Lobe, en el emergente barrio zaragozano de Arcosur. »Lo normal sería tener 15 o 16 encofradores, pero solo tenemos diez», cuenta.

En cualquier caso, esta coyuntura responde a distintas variables que se han ido nutriendo entre sí durante los últimos tiempos, especialmente desde el estallido de la burbuja inmobiliaria. »El sector quedó desprestigiado e incluso demonizado», razona Vicente Lafuente, experto y exgerente de la Fundación Laboral de la Construcción de Aragón, quien califica de «estructural» la falta de mano de obra, lo que, a su juicio, «perjudica la dinámica de las obras, desde los plazos hasta las calidades».

En su opinión, a la citada escasez se añade la falta de cualificación para algunos puestos, algo en lo que ha influido el »cambio social y cultural» de los últimos años. «Es algo que no solo afecta a la construcción, también alcanza a todos los oficios tradicionales», esgrime Lafuente, que añade: »La gente joven ya no quiere trabajar en una obra, porque es un trabajo duro y ahora existen otras prioridades a las que las empresas también deben adaptarse. Y menos mal que hay mano de obra extranjera».

En ese sentido, Lafuente apunta a la pedagogía como el mejor remedio para la falta de cualificación, teniendo en cuenta que la construcción, al menos tal y como se entendía hasta ahora, va a desaparecer para dejar paso a la industrialización. «Un ejemplo claro es que ya no se ven fachadas de ladrillo caravista, porque directamente no hay cuadrillas de caravisteros. Ahora se apuesta por placas, paneles y módulos que son más rápidos y menos costosos», señala el experto, quien subraya que esta evolución es «imparable» y el objetivo debe ser «adaptarse para que sea positiva».

Además de la reducción en los plazos de las obras, la industrialización del sector permitirá otras ventajas como la reducción de la siniestralidad, al prefabricarse los materiales, aunque también tiene varios contras que conviene no perder de vista, como el menor número de trabajadores que serán necesarios.

Es en ese proceso de adaptación a la nueva realidad donde Lafuente ve esencial la apuesta por la formación profesional, algo que empieza a notarse. «Cuando entré en la fundación teníamos concertados tres grados, uno básico y dos intermedios, y ahora ese número ya se ha doblado con dos grados superiores y otro básico», reivindica, en referencia a las FP que van desde la Reforma y la Albañilería hasta las Energías Renovables o la Prevención de Riesgos Profesionales.

Respecto al cambio sociocultural que ha llegado de la mano de las nuevas generaciones, el exgerente de la fundación laboral cree que los trabajadores también buscan empresas «que les suenen, en las que poder crecer profesionalmente». »Con la subcontratación es difícil ser más atractivos», sentencia Lafuente, que pide un «esfuerzo» a las grandes corporaciones para salvar un sector que, pese a su recuperación, nunca volverá a ser el mismo.

Por provincias

La paulatina recuperación del sector de la construcción en Aragón está siendo sostenida, sobre todo, por la provincia de Zaragoza, con Huesca a la zaga y Teruel todavía estancado. La capital aragonesa y la Comarca Central están siendo el motor de dicha mejoría, reflejada en los datos de afiliados a la Seguridad Social. Así, el territorio zaragozano cerró el pasado 2024 con 26.159 trabajadores, unos 3.000 menos que en 2010, curso que acabó con 29.140, notando ya los evidentes efectos de la crisis. Y de esos más de 26.000 trabajadores, todavía un 10% menos que hace 15 años, más de 20.000 corresponden a la Comarca Central, donde se ubica la capital aragonesa. El peor año fue, al igual que en el resto de la comunidad, 2014, cuando apenas tenía 18.399 trabajadores.

Huesca, por su parte, llegó a estar cercana a los 10.000 afiliados en 2010, cuando contabilizaba 9.716. Una cifra que ahora es menor, de 7.813, pero que se está recuperando tras varios años de bajadas que llegaron a su culmen también en 2014, cuando se quedó en 6.655 afiliados.

La provincia de Teruel es la que está experimentando una recuperación más lenta. Si en 2010 contabilizaba 6.695 trabajadores en el sector de la construcción, en 2024 se quedó anclado en los 4.705. De hecho, Teruel no supera los 5.000 afiliados desde 2012. Por comparar, los trabajadores de la provincia eran cerca de un 15% del total aragonés en 2010 y ahora apenas superan el 12%.