CONSTRUCCIÓN

¿En qué consiste la figura del arquitecto de cabecera?

El Colegio de Arquitectos de Cataluña insta a crear el perfil del experto de referencia para cada comunidad, de manera que se actúe de manera preventiva y no solo reactiva
Un bombero examina el edificio que se derrumbó en Badalona a principios de febrero.
Carlos Márquez Daniel

Todo el mundo sabe dónde está su casa. La dirección, el código postal, las características básicas del piso. Pero son muy pocos los que conocen el estado y las peculiaridades de su edificio más allá del felpudo: forjados, ascensor, materiales, bajantes, cubierta, fachada. A no ser que uno sea del gremio, el neófito da por supuesto que el administrador de fincas, o en su defecto, el propietario, están al corriente de toda esa información. Y que toman las decisiones oportunas cuando surge alguna urgencia. Lo que sí conocen, seguro, son las derramas... El Colegio Oficial de Arquitectos de Catalunya (COAC) está trabajando en la creación de una nueva figura, la del arquitecto de cabecera, un experto de referencia en cada finca para poder prevenir antes que curar.

Se trata, explica Guillem Costa, decano del COAC, de «un profesional que conozca bien el edificio, los forjados, la cubierta, y que asesore en cuanto a las inversiones de mantenimiento». Se refiere a las medidas de seguridad antiincendios o a los problemas con las humedades, pero también a cualquier otra eventualidad que tenga que ver con la estructura. Una persona que tenga la finca en la cabeza, que conozca sus interioridades y los planos, que sepa cómo actuar. «Y lo que es más importante -añade Costa-, que sea capaz de avanzarse a los problemas». Y por ende, que permita evitar que una factura de 150 euros se convierta en otra de 1.500. O que pase una desgracia.

Inquietud vecinal

El incendio de un edificio en Valencia en el que perdieron la vida 10 personas y el derrumbe parcial de una finca en Badalona que dejó tres fallecidos han generado una sensación colectiva de cierta inseguridad. No es alarma ni pánico, es la inquietud propia del no saber: la gente, de golpe, se ha dado cuenta de que no tiene ni idea de si su edificio es seguro. Ni tan siquiera saben si le ha pasado algo en el pasado. El propio COAC ya ha recibido llamadas de comunidades de vecinos que piden asistencia técnica para saber si su finca tiene algún tipo de problema, sobre todo las que tienen una fachada ventilada similar a la de la torre de 14 pisos del barrio de Campanar de Valencia.

Alberto Izquierdo, secretario del Colegio de Administradores de Fincas de Barcelona y Lleida, confirma que impera un cierto ninguneo de los espacios que son de todos. «La ciudadanía es cada vez más sensible, y las tragedias de València y Badalona han hecho reaccionar a mucha gente, pero cuesta hacer entender que es importante tener a disposición a un técnico al que poder consultar». «Hay mucho desconocimiento -añade- y algo de pasotismo por lo que queda fuera de las viviendas. No hay cultura de la conservación y el mantenimiento de las fincas. Pero cuando una grieta de la fachada filtra agua al interior de un piso, entonces sí que se reacciona». O sea, que se actúa de manera reactiva, no preventiva.

«Hay mucho desconocimiento y algo de pasotismo por lo que queda fuera de las viviendas. No hay cultura de la conservación y el mantenimiento de las fincas»

Sobre la propuesta del arquitecto de cabecera, Izquierdo explica que muchas comunidades ya tienen a un «técnico de referencia», una figura que suele surgir cuando hay algún problema y al que se suele recurrir cuando hay que reparar algo. Cuenta que el viernes se verán con miembros del COAC para hablar del tema: «Ellos quieren que sea una figura más formal y reconocida, de uso habtual; les escucharemos con atención.

Tomar conciencia

Celestí Ventura, presidente del Colegio de la Arquitectura Técnica de Barcelona, considera que la tragedia del 22 de febrero ha hecho que la gente «tome conciencia sobre la importancia de realizar un correcto mantenimiento de los edificios». Esta figura, señalan ambos expertos, habría sido clave para optar a los fondos Next Generation. «Estas ayudas -sostiene Ventura- están pensadas sobre todo para las familias más desfavorecidas, pero es una información que no les llegó».

Todo esto tiene mucho que ver con los datos, disponer de un «inventario de la situación de la finca» pasa por controlar y tener a mano toda la información. Ahí es donde entra en juego una nueva herramienta: el pasaporte del edificio, una iniciativa de la Unión Europea, explica Costa, que genera un »documento que iría acumulando todos los datos del inmueble, de manera que se pueda actuar de una manera mucho más ajustada a las necesidades reales».

Es, prosigue, un acopio de información «que va mucho más allá de lo que proporciona el catastro, que no nos dice nada sobre el aislamiento, la carpintería, los cristales, los materiales, la cubierta...». El historial médico, para que nos entendamos, un informe con el ADN de la construcción, reformas posteriores, incidencias, mejoras... El pasaporte del edificio, en resumidas cuentas, recogería tres ámbitos: la calidad técnica de los sistemas constructivos y de las instalaciones, la calidad funcional de las viviendas y la eficiencia en el uso de los recursos energéticos e hídricos.

Todo ello, añade el decano del COAC, permitiría que las intervenciones sean preventivas y no de urgencia, y de paso, ayudaría a reducir la contaminación que se escapan de los hogares y que generan, recuerda Costa, el 40% de las emisiones totales de la ciudad. «El parque edificado tiene que ser más eficiente, y una de las maneras es actuar antes de que surjan los problemas». Exactamente igual que un médico de cabecera, pero cambiando personas por edificios.