ARQUITECTURA Una joya arquitectónica reabre en el centro de Madrid: el frontón Beti-Jai
31 octubre 2024 13:28
El popular barrio de Chamberí, en pleno centro de Madrid es conocido por sus calles repletas de edificios de gran belleza arquitectónica. Hay uno de ellos que esconde entre sus muros un legado deportivo: el frontón Beti-Jai.
Su fachada parece la de un edificio cualquiera, pero dentro alberga una joya arquitectónica de más de 100 años de historia. Un edificio con un pasado glorioso en el que tanto reyes como ciudadanos disfrutaban del que era el deporte más popular de la época: la pelota vasca. Un lugar con tantas vidas como historias guardan sus muros.
Ahora, el Beti-Jai ha sido rehabilitado y reabierto al público gracias al trabajo minucioso y a la unión entre el deporte y la arquitectura. «Es como si dentro de 100 años nos trasladásemos al Santiago Bernabéu vacío», dice la arquitecta Patricia García Redondo, en el canal de YouTube de Open House Madrid.
«Cuando contamos a alguien que hay un frontón de pelota vasca dentro de una manzana del barrio de Chamberí y que desde la fachada pasa totalmente desapercibido, no lo entienden», dice Patricia García.
Y es que para comprenderlo hay que echar la vista más de 100 años atrás. Nos remontamos a 1894, cuando la pelota vasca experimentó un gran auge en toda España y el frontón Beti-Jai era uno de los más amplios del país, con 67 x 29 metros cuadrados y una capacidad de 4.000 espectadores.
Este espacio se transformó en uno de los lugares de la vida social de la corte madrileña, donde veían los campeonatos de pelota vasca. Aunque también se celebraban campeonatos de esgrima, hípica, mítines e incluso espectáculos musicales.
De la decadencia a la reapertura
Hasta caer en el olvido en el año 1919, cuando dejó de funcionar y se convirtió en un espacio para distintos usos: albergar coches, comisaría de policía, cárcel o un taller de objetos de escayola y cartón piedra. «La decadencia vino por el abandono de los vecinos y la entrada de agua,al degradarse el techo que estaba formado por una estructura metálica», explica la arquitecta. Por suerte, este problema ha sido solucionado gracias a «una estructura de madera, soportada con vigas metálicas y cubierta por zinc, que es un material impermeable».
La fachada ha permanecido oculta ante los ojos de los viandantes, en un avanzado estado de degradación. Tanto es así que cuando se decidió acceder de nuevo al edificio estaba en un estado de conversación pésimo, casi de ruina.
Había una especie de bosque dentro de la manzana, pero el espíritu del Beti-Jai sobrevivía más de un siglo después. En 1991, fue declarado monumento nacional y en 2011, Bien de Interés Cultural. En mayo de 2015, el Ayuntamiento finalizó el proceso de expropiación y adquirió el Beti-Jai.
Desde entonces, se pusieron manos a la obra para lograr una rehabilitación que fue complicada y que finalizó a principios de 2019. Era el momento de empezar un minucioso trabajo de investigación con un objetivo claro: que el nuevo Beti-Jai fuera lo más fiel posible al original.
La rehabilitación integral de un legado
El resurgimiento de este legado ha sido posible gracias al esfuerzo que nace de dos pasiones: el deporte y la arquitectura. «La fachada delantera, que da a la calle Marqués de Riscal, despistó a muchos arquitectos,porque su tejado está formado por una teja plana que no se utilizaba a finales del siglo XIX. Ha sido un esfuerzo tedioso saber de dónde venía esa teja y cómo volver a conseguirla», asegura la arquitecta Patricia García.
Como esta, muchas más preguntas sin respuesta e interrogantes han aflorado en los últimos años y se han ido solventando gracias a periódicos de la época, fondos documentales de bibliotecas, colaboración con asociaciones y expertos.
Por ejemplo, las tejas del techo «eran originales de Valladolid que se han encontrado gracias a recortes de la época». Además, el trabajo se ha realizado mediante una reconstrucción exhaustiva pieza por pieza: «Otro punto importante de la recuperación es la fachada del cuerpo principal, en la que se han recuperado ladrillos de uno en uno, que son de estilo neomudéjar y provienen de Málaga», dice la arquitecta.
Este 2024 se cumple el 130º aniversario del frontón Beti-Jai y qué mejor manera de celebrarlo que acudir a visitar este diamante arquitectónico, cuya reconstrucción ha sido posible gracias a la combinación de métodos tradicionales con los más modernos. Así es el Beti-Jai, una joya de tradición deportiva vasca, escondida, aunque por poco tiempo, en la capital madrileña.
El popular barrio de Chamberí, en pleno centro de Madrid es conocido por sus calles repletas de edificios de gran belleza arquitectónica. Hay uno de ellos que esconde entre sus muros un legado deportivo: el frontón Beti-Jai.
Su fachada parece la de un edificio cualquiera, pero dentro alberga una joya arquitectónica de más de 100 años de historia. Un edificio con un pasado glorioso en el que tanto reyes como ciudadanos disfrutaban del que era el deporte más popular de la época: la pelota vasca. Un lugar con tantas vidas como historias guardan sus muros.
Ahora, el Beti-Jai ha sido rehabilitado y reabierto al público gracias al trabajo minucioso y a la unión entre el deporte y la arquitectura. «Es como si dentro de 100 años nos trasladásemos al Santiago Bernabéu vacío», dice la arquitecta Patricia García Redondo, en el canal de YouTube de Open House Madrid.
«Cuando contamos a alguien que hay un frontón de pelota vasca dentro de una manzana del barrio de Chamberí y que desde la fachada pasa totalmente desapercibido, no lo entienden», dice Patricia García.
Y es que para comprenderlo hay que echar la vista más de 100 años atrás. Nos remontamos a 1894, cuando la pelota vasca experimentó un gran auge en toda España y el frontón Beti-Jai era uno de los más amplios del país, con 67 x 29 metros cuadrados y una capacidad de 4.000 espectadores.
Este espacio se transformó en uno de los lugares de la vida social de la corte madrileña, donde veían los campeonatos de pelota vasca. Aunque también se celebraban campeonatos de esgrima, hípica, mítines e incluso espectáculos musicales.
De la decadencia a la reapertura
Hasta caer en el olvido en el año 1919, cuando dejó de funcionar y se convirtió en un espacio para distintos usos: albergar coches, comisaría de policía, cárcel o un taller de objetos de escayola y cartón piedra. «La decadencia vino por el abandono de los vecinos y la entrada de agua,al degradarse el techo que estaba formado por una estructura metálica», explica la arquitecta. Por suerte, este problema ha sido solucionado gracias a «una estructura de madera, soportada con vigas metálicas y cubierta por zinc, que es un material impermeable».
La fachada ha permanecido oculta ante los ojos de los viandantes, en un avanzado estado de degradación. Tanto es así que cuando se decidió acceder de nuevo al edificio estaba en un estado de conversación pésimo, casi de ruina.
Había una especie de bosque dentro de la manzana, pero el espíritu del Beti-Jai sobrevivía más de un siglo después. En 1991, fue declarado monumento nacional y en 2011, Bien de Interés Cultural. En mayo de 2015, el Ayuntamiento finalizó el proceso de expropiación y adquirió el Beti-Jai.
Desde entonces, se pusieron manos a la obra para lograr una rehabilitación que fue complicada y que finalizó a principios de 2019. Era el momento de empezar un minucioso trabajo de investigación con un objetivo claro: que el nuevo Beti-Jai fuera lo más fiel posible al original.
La rehabilitación integral de un legado
El resurgimiento de este legado ha sido posible gracias al esfuerzo que nace de dos pasiones: el deporte y la arquitectura. «La fachada delantera, que da a la calle Marqués de Riscal, despistó a muchos arquitectos,porque su tejado está formado por una teja plana que no se utilizaba a finales del siglo XIX. Ha sido un esfuerzo tedioso saber de dónde venía esa teja y cómo volver a conseguirla», asegura la arquitecta Patricia García.
Como esta, muchas más preguntas sin respuesta e interrogantes han aflorado en los últimos años y se han ido solventando gracias a periódicos de la época, fondos documentales de bibliotecas, colaboración con asociaciones y expertos.
Por ejemplo, las tejas del techo «eran originales de Valladolid que se han encontrado gracias a recortes de la época». Además, el trabajo se ha realizado mediante una reconstrucción exhaustiva pieza por pieza: «Otro punto importante de la recuperación es la fachada del cuerpo principal, en la que se han recuperado ladrillos de uno en uno, que son de estilo neomudéjar y provienen de Málaga», dice la arquitecta.
Este 2024 se cumple el 130º aniversario del frontón Beti-Jai y qué mejor manera de celebrarlo que acudir a visitar este diamante arquitectónico, cuya reconstrucción ha sido posible gracias a la combinación de métodos tradicionales con los más modernos. Así es el Beti-Jai, una joya de tradición deportiva vasca, escondida, aunque por poco tiempo, en la capital madrileña.