INDUSTRIA OPINIÓN | La cerámica y el despropósito de la Agenda 2030
09 noviembre 2022 08:15
Desde hace un año y medio tanto empresarios punteros de la industria cerámica como la propia patronal del sector Ascer vienen advirtiendo tanto al gobierno de España como al de la Comunitat Valenciana la gravísima situación por la que pasa el sector.
Con muchísimos hornos parados, más de 7.000 ERTE, dos empresas históricas cerrando y alguna más presentando un ERE uno pensaría que nuestra clase gobernante hubiera empezado a tomar cartas en el asunto, pues no, ya que como ha dicho la ministra de Economía Nadia Calviño han estado siguiendo «muy de cerca la situación de las azulejeras de Alicante», cosa de la cual estarán muy agradecidos, tanto como los olivareros de los Picos de Europa, los criadores de gallifantes de mota del Cuervo (La Mancha) y los productores de cacharros no identificados del mar Cantábrico.
Para ponernos en situación: el sector cerámico español es el segundo productor europeo de este tipo de material, siempre se ha distinguido por su impulso exportador, por ser una industria técnicamente innovadora y ambientalmente responsable, todas sus plantas están diseñadas bajo el concepto de vertido cero y, a lo largo del tiempo, han ido incorporando de manera entusiasta todas las innovaciones que han surgido para reducir su impacto sobre el medio ambiente.
El sector representa el 41.3% del valor de la producción industrial de la provincia de Castellón, el 46.3% del empleo industrial de la provincia y el 6.6% del empleo industrial de la Comunitat Valenciana, sin contar todas las industrias que dependen de la producción cerámica: esmalteras, empresas de atomización de arcillas, de maquinaria etc.
Tengamos muy claro que si cae el sector cerámico español, cae la provincia de Castellón.
¿En serio cree alguien que el hidrógeno es una alternativa real al gas natural? Dejémonos de tonterías y de los dogmatismos de la clase política que le gusta hacerse fotos hablando de oído y sin el mínimo sentido de estado.
Actualmente el hidrógeno ni se puede transportar ni almacenar en grandes cantidades, ni hay instalaciones suficientes de mantenimiento para garantizar un suministro continuo que es lo que producción cerámica necesita, lo más importante es que para ser utilizado tiene que pasar por un proceso de electrólisis que lo convertiría en una fuente de energía mucho más costosa que cualquier otra fuente de energía alternativa (incluidas las renovables).
A esto hay que añadir que el hidrógeno es altamente volátil y que puede provocar explosiones, si quieren ver volar por los aires plantas de producción adelante. Yo desde luego me quiero ahorrar ese espectáculo, prefiero los castillos de fuegos artificiales de las fiestas de la Magdalena.
Me imagino que en aras de «la resiliencia» y la «sostenibilidad», los discípulos de Greta Thunberg preferirán desindustrializar Europa e importar producciones de países que contaminan notablemente con una huella de carbono descomunal provocada por el transporte en barco o en camión.
Esta política impulsada por la UE va a arruinar a la industria, como la PAC que ha puesto de rodillas al sector agrícola y ganadero europeo mientras que permiten la importación de productos de terceros países tratados con pesticidas que están prohibidos a los agricultores europeos y llenos de plagas que destruyen la flora autóctona, pero bueno, nos gustan porque son más baratos.
La agenda 2030 ha sido asumida por los iluminados de la Unión Europea, el resto de los países del mundo se han abstenido y solo la acatarán cuando haya una alternativa realista a la energía fósil. Son tan inconscientes que se creen que con su iniciativa van a convertir Europa en el faro que ilumine al mundo sin darse cuenta de que Europa ya no es el centro de nada y de que con estas políticas dogmáticas y fantasiosas están condenando a la pobreza a sus ciudadanos.
Mientras la industria cerámica agoniza sin el más mínimo apoyo por parte del gobierno de España este riega de millones a una factoría de baterías para automóviles y se somete al chantaje de «o me pagas más o no vengo», pero como a nuestros gobernantes les gusta más una foto en el periódico que a un tonto un lapicero, Ximo Puig y Pedro Sánchez se prestarán a cualquier cosa cuando el coche eléctrico hoy por hoy no es una solución realista para muchos países.
Es tan golosa la foto simulando que están haciendo algo que en la feria de Cersaie celebrada este año el Molt Honorable vino con toda la comitiva (un gasto absurdo cuando puede coger un tren y plantarse en Castellón) para hacerse sus fotitos y no resolver nada no vaya a ser que Moncloa se enfade con él.
Otra ilustre visitante fue la alcaldesa de Castellón y miembro de la ejecutiva nacional que casi se cae del asiento al descubrir por primera vez las dificultades del sector cerámico cuando encima la ministra de hacienda María Jesús Montero le había comentado que el sector se habría quedado muy contento con la ayuda que había recibido el sector con los 400.000 euros que habían otorgado a cada una de las empresas para cubrir el gasto del gas cosa que le agradecemos de corazón porque esa ayuda nos ha permitido pagar un tercio de la factura energética a la que nos enfrentamos cada mes y ya se sabe, tacita a tacita...
El gobierno italiano, mientras tanto, ha otorgado a su sector un crédito fiscal del 40% del coste energético con lo cual perdemos competitividad frente a nuestros competidores más directos.
Las ayudas que debería dar el gobierno al sector no llegan y en el sector se está empezando a perder la esperanza de que lleguen en algún momento.
Pero que no cunda la desesperanza, la industria cerámica ha resistido a mil situaciones críticas: una guerra civil, la crisis del petróleo de la década de los 70, la crisis inmobiliaria del 2007, una pandemia, una nueva crisis energética.
La industria europea es la industria más limpia del mundo, presentarla como una industria contaminante y demonizarla es una mentira y pagaremos las consecuencias en un plazo muy breve de tiempo.
Ahora es el momento de que como ciudadanos nos demos cuenta de que estas falsas políticas ecologistas solo pueden abocarnos al desastre ejerzamos nuestro derecho y obligación de votar en todas las elecciones del año 2023, especialmente en las próximas elecciones europeas e intentar dar la vuelta a esta delirante situación.
Desde hace un año y medio tanto empresarios punteros de la industria cerámica como la propia patronal del sector Ascer vienen advirtiendo tanto al gobierno de España como al de la Comunitat Valenciana la gravísima situación por la que pasa el sector.
Con muchísimos hornos parados, más de 7.000 ERTE, dos empresas históricas cerrando y alguna más presentando un ERE uno pensaría que nuestra clase gobernante hubiera empezado a tomar cartas en el asunto, pues no, ya que como ha dicho la ministra de Economía Nadia Calviño han estado siguiendo «muy de cerca la situación de las azulejeras de Alicante», cosa de la cual estarán muy agradecidos, tanto como los olivareros de los Picos de Europa, los criadores de gallifantes de mota del Cuervo (La Mancha) y los productores de cacharros no identificados del mar Cantábrico.
Para ponernos en situación: el sector cerámico español es el segundo productor europeo de este tipo de material, siempre se ha distinguido por su impulso exportador, por ser una industria técnicamente innovadora y ambientalmente responsable, todas sus plantas están diseñadas bajo el concepto de vertido cero y, a lo largo del tiempo, han ido incorporando de manera entusiasta todas las innovaciones que han surgido para reducir su impacto sobre el medio ambiente.
El sector representa el 41.3% del valor de la producción industrial de la provincia de Castellón, el 46.3% del empleo industrial de la provincia y el 6.6% del empleo industrial de la Comunitat Valenciana, sin contar todas las industrias que dependen de la producción cerámica: esmalteras, empresas de atomización de arcillas, de maquinaria etc.
Tengamos muy claro que si cae el sector cerámico español, cae la provincia de Castellón.
¿En serio cree alguien que el hidrógeno es una alternativa real al gas natural? Dejémonos de tonterías y de los dogmatismos de la clase política que le gusta hacerse fotos hablando de oído y sin el mínimo sentido de estado.
Actualmente el hidrógeno ni se puede transportar ni almacenar en grandes cantidades, ni hay instalaciones suficientes de mantenimiento para garantizar un suministro continuo que es lo que producción cerámica necesita, lo más importante es que para ser utilizado tiene que pasar por un proceso de electrólisis que lo convertiría en una fuente de energía mucho más costosa que cualquier otra fuente de energía alternativa (incluidas las renovables).
A esto hay que añadir que el hidrógeno es altamente volátil y que puede provocar explosiones, si quieren ver volar por los aires plantas de producción adelante. Yo desde luego me quiero ahorrar ese espectáculo, prefiero los castillos de fuegos artificiales de las fiestas de la Magdalena.
Me imagino que en aras de «la resiliencia» y la «sostenibilidad», los discípulos de Greta Thunberg preferirán desindustrializar Europa e importar producciones de países que contaminan notablemente con una huella de carbono descomunal provocada por el transporte en barco o en camión.
Esta política impulsada por la UE va a arruinar a la industria, como la PAC que ha puesto de rodillas al sector agrícola y ganadero europeo mientras que permiten la importación de productos de terceros países tratados con pesticidas que están prohibidos a los agricultores europeos y llenos de plagas que destruyen la flora autóctona, pero bueno, nos gustan porque son más baratos.
La agenda 2030 ha sido asumida por los iluminados de la Unión Europea, el resto de los países del mundo se han abstenido y solo la acatarán cuando haya una alternativa realista a la energía fósil. Son tan inconscientes que se creen que con su iniciativa van a convertir Europa en el faro que ilumine al mundo sin darse cuenta de que Europa ya no es el centro de nada y de que con estas políticas dogmáticas y fantasiosas están condenando a la pobreza a sus ciudadanos.
Mientras la industria cerámica agoniza sin el más mínimo apoyo por parte del gobierno de España este riega de millones a una factoría de baterías para automóviles y se somete al chantaje de «o me pagas más o no vengo», pero como a nuestros gobernantes les gusta más una foto en el periódico que a un tonto un lapicero, Ximo Puig y Pedro Sánchez se prestarán a cualquier cosa cuando el coche eléctrico hoy por hoy no es una solución realista para muchos países.
Es tan golosa la foto simulando que están haciendo algo que en la feria de Cersaie celebrada este año el Molt Honorable vino con toda la comitiva (un gasto absurdo cuando puede coger un tren y plantarse en Castellón) para hacerse sus fotitos y no resolver nada no vaya a ser que Moncloa se enfade con él.
Otra ilustre visitante fue la alcaldesa de Castellón y miembro de la ejecutiva nacional que casi se cae del asiento al descubrir por primera vez las dificultades del sector cerámico cuando encima la ministra de hacienda María Jesús Montero le había comentado que el sector se habría quedado muy contento con la ayuda que había recibido el sector con los 400.000 euros que habían otorgado a cada una de las empresas para cubrir el gasto del gas cosa que le agradecemos de corazón porque esa ayuda nos ha permitido pagar un tercio de la factura energética a la que nos enfrentamos cada mes y ya se sabe, tacita a tacita...
El gobierno italiano, mientras tanto, ha otorgado a su sector un crédito fiscal del 40% del coste energético con lo cual perdemos competitividad frente a nuestros competidores más directos.
Las ayudas que debería dar el gobierno al sector no llegan y en el sector se está empezando a perder la esperanza de que lleguen en algún momento.
Pero que no cunda la desesperanza, la industria cerámica ha resistido a mil situaciones críticas: una guerra civil, la crisis del petróleo de la década de los 70, la crisis inmobiliaria del 2007, una pandemia, una nueva crisis energética.
La industria europea es la industria más limpia del mundo, presentarla como una industria contaminante y demonizarla es una mentira y pagaremos las consecuencias en un plazo muy breve de tiempo.
Ahora es el momento de que como ciudadanos nos demos cuenta de que estas falsas políticas ecologistas solo pueden abocarnos al desastre ejerzamos nuestro derecho y obligación de votar en todas las elecciones del año 2023, especialmente en las próximas elecciones europeas e intentar dar la vuelta a esta delirante situación.