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El arquitecto barcelonés que dibujó Madrid

José Grases Riera hizo más cosmopolita la capital con obras como el palacio de Longoria, hoy sede de la SGAE, o el monumento a Alfonso XII en el Retiro

Hace 4 horas

Aunque nació y concluyó sus estudios de Arquitectura en Barcelona, fue en Madrid donde José Grases Riera dejó lo mejor de su obra. Una obra ecléctica, a veces de mirada clásica, aunque siempre con detalles de personalidad y que se plasmó en edificios y monumentos que hoy forman parte del patrimonio visual de la capital. Este año, en abril, se cumplirán 175 años de su nacimiento. Una excusa como cualquier otra para seguir su rastro por la capital.

El más singular de esos edificios es el que, probablemente, sea también el más barcelonés de cuantos se erigen en Madrid. Se trata del palacio de Longoria, actual sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), en la calle de Fernando VI, 4. La esquina de ese número con el 61 de la calle Pelayo es definida por José Francisco Mediavilla, autor del libro 101 edificios curiosos de Madrid, como «una de las más bellas» de la ciudad. El divulgador destaca en esta construcción sus «extraordinarias trazas modernistas» y la influencia de Gaudí, si bien hay que decir que es anterior a dos de las obras más afamadas del de Reus en la ciudad condal. Si la casa Batlló se levantó entre 1904 y 1906 y la Pedrera entre 1906 y 1912, el palacete madrileño lo fue entre 1902 y 1904.

Curiosamente, es una de las obras más aparentemente ajenas al estilo de Grases. Tal vez, como apunta Alicia Platas, autora del libro Paseos por el Madrid modernista, porque esa exuberancia ornamental y esa inclinación hacia formas más orgánicas y vegetales probablemente tuviera que ver más con el deseo del propietario, el financiero Javier González Longoria, quien encargó el edificio para que acogiera las oficinas de su banco y su residencia familiar.

Más que de Gaudí, Platas señala la influencia de Victor Horta, el arquitecto belga considerado padre del art nouveau. «En la fachada», describe, «se entremezclan los perfiles curvos y relieves vegetales, flores y rostros femeninos». Fantasía que continúa en el interior, por lo general no visitable salvo en eventos concretos como la Semana de la Arquitectura. Destaca la escalera, posiblemente importada de Bélgica, según la autora de Paseos por el Madrid modernista, con formas curvas en unas barandillas que combinan el hierro y el vidrio, así como «la imponente vidriera lucernario multicolor que la ilumina», obra de la casa Maumejean. También la forma de palmera que adoptan las columnas de las galerías superiores.

Los negocios de Longoria no fueron demasiado bien y vendió el edificio a la Compañía Dental Española. Tras diversas vicisitudes fue adquirido en 1950 por la SGAE. En estos procesos se sometió a varias intervenciones arquitectónicas que en parte le hicieron perder elementos originales, algunos de ellos recuperados en la reforma acometida entre 1990 y 1993 por Santiago Fajardo y Ángeles Fernández Rubio.

Siendo quizá la aportación más reconocida de Grases en Madrid, está lejos de ser la única. Ideó un proyecto de Gran Vía Norte-Sur, sobre el eje del paseo de la Castellana, no el de la actual Gran Vía, que influyó en urbanistas posteriores y también de grandes pasajes comerciales a las maneras de París o Londres. Además, es el autor de dos de los monumentos conmemorativos más destacados de la capital, el de Cánovas del Castillo, en la plaza de la Marina Española, frente al Senado, y el del rey Alfonso XII, en el parque del Retiro.

A la muerte del monarca, en 1887, las Cortes propusieron a la reina María Cristina levantar un momento y se convocó para ello un concurso público que ganó Grases Riera con un ambicioso proyecto que, por problemas económicos, pues se financió por suscripción popular, tardó en llevarse a término, hasta el punto de que el arquitecto barcelonés no llegó a verlo acabado. Se inauguró en 1922. Grases había muerto en 1919, el 12 de febrero.

Aun así, se concluyó con la grandiosidad con que se había proyectado, una especie de plaza enmarcada entre el estanque y una doble columnata jónica y, en el centro una torre de 30 metros de altura sobre la que se alza una estatua ecuestre de Alfonso XII firmada por Mariano Benlliure.

Cabezas de elefante

Señalamos dos edificios más de Grases en la capital, contemporáneo de arquitectos como Eduardo Adaro (Banco de España), Ricardo Velázquez Bosco (palacio de Cristal, también en el Retiro) o Enrique María Repullés (palacio de la Bolsa) que contribuyeron a hacer de Madrid una ciudad más cosmopolita en el tránsito de los siglos XIX al XX. Aunque distintos, los dos comparten algunas características.

$!Ménsulas con cabezas de de elefante en el palacio de La Equitativa, obra de José Grases Riera.

Ambos han cambiado de uso. El primero es el actual hotel Four Seasons, en el arranque de la calle de Alcalá (Sevilla, 3). Nació como sede de la compañía aseguradora La Equitativa y fue el proyecto que puso en mayúsculas el nombre de Grases en Madrid, ganador del concurso que se convocó para construirlo en 1887. Su primera gran obra.

El otro alberga hoy las dependencias del Consejo General del Poder Judicial, en la calle del Marqués de la Ensenada, 8. El barcelonés lo erigió como el Teatro Lírico, inaugurado en 1902 con tres plantas: baja, entresuelo y principal, la primera de ellas con 500 butacas. Un incendio en 1920 obligó a reformarlo como edificio de viviendas, tras lo que fue sede del Ministerio de Trabajo y del Liceo Francés antes de convertirse en hogar del tercer poder del Estado.

Pero no es solo el cambio de utilidad a lo largo de los años lo que los dos inmuebles comparten. Hay también un detalle revelador que los relaciona. Para ello hay que fijarse en las ménsulas de sus fachadas. En las de los dos edificios se pueden contemplar prácticamente idénticas cabezas de elefantes.

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