La industria cerámica de Castellón se encuentra en una situación delicada como consecuencia de los elevados costes del gas. Desde que comenzó la escalada de precios se han sucedido los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) y dificultades financieras que, en algunos casos, ya ha supuesto el cierre de compañías, así como el arrastre negativo a otros sectores que dependen del azulejo.
La patronal de fabricantes de cerámica, Ascer, ha dado a conocer el alcance de todas estas dificultades con la presentación de una nueva edición sobre el estudio dedicado a calcular el impacto económico del sector. Un documento que, ante la coyuntura energética, incluye una previsión sobre lo que puede ocurrir en el futuro: pérdida de puestos de trabajo, menos competitividad y mayores riesgos para un buen número de empresas.
El origen del problema
El presidente de Ascer, Vicente Nomdedeu, recordó que el comienzo de este problema se sitúa "entre septiembre y octubre del 2021, un año que fue bueno, pero que hubiera sido excelente" de no haber sufrido el fuerte aumento de los costes del gas.
Tanto es así que el ebitda (el indicador que mide los resultados de las empresas antes de impuestos) "ya se resintió mucho", detalló, mientras que la crisis en el 2022 "se ha acelerado", con el consiguiente impacto negativo para el conjunto del clúster cerámico (que incluye a las fábricas de esmaltes y fritas, así como a la maquinaria especializada en el sector), y el conjunto de la economía de Castellón y la Comunitat.
Nomdedeu remarcó que la cerámica "es una industria solvente", como se ha demostrado a lo largo de su trayectoria histórica, "y si se quitaran las circunstancias actuales lo seguiría siendo", por lo que es necesario que se adopten medidas para proteger a las empresas y sus puestos de trabajo. "Somo un clúster generador de riqueza, con empleo estable y de calidad", puntualizó.
Aportación de empleo e impuestos
Una línea en la que coincidió el conseller de Economía y Modelo Económico, Arcadi España. "Es un sector puntero en todos los ámbitos y ha necesitado muy poco de la administración", comentó. "Siempre ha hecho los deberes, nunca ha pedido nada y ha aportado empleo e ingresos impositivos", añadió, por lo que se sumó a la necesidad de que haya medidas de apoyo desde el sector público, algo que, especificó, ya ocurre en otros países de mayor tradición industrial como Alemania.
Previsiones
La responsable del informe, Anna Merino, de la consultora PwC, mencionó las principales magnitudes de la cerámica, que en el 2021 tuvo una recuperación notable tras los peores momentos de la pandemia. En cambio, los costes energéticos han empeorado las perspectivas. Según sus cálculos, el 2022 acabará con unos ingresos de 5.700 millones de euros. En cambio, los gastos serán más elevados: 6.624 millones. De esta cantidad, el 45% (2.566 millones) corresponden a los costes de gas (2.126 millones) y electricidad (440 millones).
Otra partida que sufre un elevado incremento son las materias primas, con 2.338 millones, a los que se unen 784 millones de gastos de personal y 1.045 de otros gastos de explotación. Con todo ello, el resultado económico del conjunto del sector antes de impuestos (ebitda) se sitúa con unas pérdidas de 1.033 millones de euros.
El documento hace una estimación de lo que hubiera ocurrido de no haberse dado este incremento del gas y la inflación. En este caso, los ingresos serían menores (4.619 millones) pero los gastos de explotación se quedarían en 3.803 millones, con lo que hubiera tenido un ebitda positivo de 816 millones. "Esto supone una reducción en este margen de 36 puntos porcentuales", especificó Merino.
Estimaciones para el 2023
El informe señala que con las circunstancias actuales "hasta el 78% de las empresas presentan un riesgo elevado, las cuales concentran el 59% de toda la producción, lo que pone en riesgo el futuro del sector", tal y como comentó la responsable del texto. En cuanto al 2023, se han establecido tres posibles escenarios, en función del tiempo que se alargue la guerra de Ucrania y los elevados costes energéticos.
En todos ellos se espera una reducción de la actividad, así como del empleo. De un impacto de 70.475 personas actuales (que incluye tanto empleos directos como indirectos e inducidos), se pasaría a 60.507 en el peor de los casos (un 14% menos). De no haberse dado la crisis del gas, los empleos hubieran sido 72.110. "Si no hay ayudas, el impacto en el PIB, recaudación y empleo se va a notar", concluyó Merino.