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Opinión | «Europa en la encrucijada: ¿Acelerar o suavizar la transición energética?»

17.06.2024 12:00

La crisis energética de 2022 —caracterizada por los altos precios y las fuertes volatilidades— ha terminado produciendo un monumental impacto en la industria europea. Desde febrero de 2023, hace ya casi año y medio, los precios se han mantenido estables a pesar de suponer todavía el doble de lo que se pagaba pre-covid, pero lejos de las escandalosas cifras sufridas en 2023.

Ahora, el problema más preocupante es que, pese al paso del tiempo, la industria europea no recupera sus habituales niveles de actividad y no se atisba una vuelta a la normalidad productiva porque, en lo que llevamos de 2024, los datos evidencian que la producción nacional no alcanza a ser ni la media de 2018-2021.

Asistimos atónitos a una evidente pérdida de la estructura industrial de toda Europa, evidenciada por la desaparición del consumo de gas, que ni está ni se le espera.

Triste panorama europeo

Alemania

La industria alemana en estos cinco meses acumulados presenta una ligera mejoría en el consumo de gas con apenas un crecimiento del 5% vs 2023, pero lejos del consumo Promedio (-14%).

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Francia

La industria francesa acumula estos meses una bajada del -16% respecto al año anterior y del -26% del consumo Promedio. Tras resistir razonablemente durante 2022, actualmente su caída vs año estándar es muy pronunciada.

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Italia

La industria italiana, al igual que la alemana, va recuperando el crecimiento respecto a 2023 con un incremento del 6%, pero aún lejos de los valores del consumo Promedio (-20%).

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España

Nuestro país presenta una caída acumulada del -16.9% frente al promedio y muestra una recuperación del +3.8% en relación a los datos de 2023. Pero, seamos cautos porque se debe a un enero atípicamente muy fuerte comparado con el año anterior.

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Estos datos y estas gráficas reflejan claramente que la sensibilidad de la industria a los precios poco competitivos es mucho más fuerte de lo que pensábamos. Tras la crisis, la recuperación no ha sido en “V” como en 2020, sino que se ha estancado produciendo una pérdida industrial estructural.

La duda está servida: acelerar o suavizar la transición energética

Nuestro país aborda la senda industrial de la descarbonización con unos precios de los gases renovables y del hidrógeno todavía muy alejados de los del gas natural. Para la industria, eso supone un gran hándicap, difícilmente superable. Grosso modo, podríamos decir que los gases renovables y el hidrógeno se sitúan en la horquilla de precios de 2022, año en el que se redujo el consumo industrial hasta el -40% en su momento más grave.

Los gases renovables y el hidrógeno son combustibles alternativos con una brecha de precios todavía muy amplia respecto al gas natural. Es evidente que les queda mucho camino por delante, aún deben madurar y alcanzar niveles en los que puedan ser competitivos. Por ahora, su hueco se limita a quienes no tienen otra posibilidad y se ven abocados a utilizarlos o bien en los casos en los que hay un consumidor final dispuesto a pagar ese sobrecoste como “producto gourmet”.

Desde el enfoque del consumidor industrial gasintensivo, la estrategia adecuada no pasa por acelerar ni suavizar el proceso a la transición energética, sino que se trata de acompasarla al desarrollo tecnológico y competitivo de una o unas tecnologías que todavía tienen un largo camino por delante hasta llegar a ser competitivas. La transición debe tener su propio ritmo natural y no forzar cambios que lastren a la industria manufacturera en un momento crítico de la economía.

El consumidor, en el centro del ecosistema energético

Se trata de conservar y atraer a la industria, asegurando un verdadero y fuerte sistema de protección para recuperar un crecimiento industrial que genera empleo y estabilidad. Por eso, Europa deben enfocar sus esfuerzos —y hacerlo de manera urgente— a la implementación de políticas centradas en el consumo y en la demanda. Es decir, poner al consumidor en el centro del ecosistema energético.

En Europa, ningún país es ajeno a este mal así que hay que enfocar soluciones globales y no perder el tiempo con disquisiciones absurdas. En España el momento es crítico por lo que hay que afianzar la industria y evitar deslocalizaciones de producción. Todos los países europeos van a esforzarse por proteger a sus industrias y por atraer otras nuevas. Será una carrera por la competitividad y la productividad, por lo que las ventajas pueden desaparecer rápidamente si aumentan o se crean obligaciones en momentos tan inadecuados.

En este complejo 2024, es imperativo que Industria, Economía y Energía trabajen conjuntamente para impulsar la industria manufacturera y así dar paso a la recuperación... y al crecimiento.

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