Si pensamos en cuál sería el mejor edificio del mundo, quizás nos viene a la cabeza algún rascacielos gigante, de más de 800 metros, acristalado y con un pináculo imponente. O un aeropuerto como el de Singapur, con su belleza arquitectónica y la infinidad de propuestas que ofrece. Puede que pensemos en algún edificio con más historia; edificios de piedra, con sus columnas y sus formas sinuosas y onduladas como La Pedrera de Gaudí. Ninguno de estos edificios ha ganado el premio a mejor edificio del mundo de 2024.
El galardón, otorgado por el World Architecture Festival (WAF) se lo ha llevado una escuela de un barrio a las afueras de Sidney (Australia), en un concurso en el que se han tenido en cuenta más de 200 aspirantes, en los que había torres residenciales, un aeropuerto y un observatorio astronómico.
El mejor edificio del mundo es la escuela pública de Darlington, situada en el barrio de Chippendale, a las afueras de Sídney. Se trata de un barrio multicultural en el que viven unas 7.800 personas y solo un 30% de los habitantes ha nacido en Australia. Casi un 20% de la población del barrio nació en China y también hay oriundos de otros países como Indonesia, Tailandia o Hong Kong.
El centro público de educación primaria del barrio, un «centro comunitario con fuertes vínculos con la población aborigen», necesitaba una nueva escuela, ya que sus edificios estaban muy deteriorados. Para ello, se completó en 2023 la reforma para hacer realidad el que ahora es el mejor edificio de 2024.
Un edificio que destaca por su fachada de ladrillos y sus formas onduladas, con un tejado de forma serrada y que cuenta con múltiples espacios: una pista de baloncesto, jardines, terrazas al aire libre y que gira alrededor de la sostenibilidad.
Los arquitectos encargados del proyecto querían «captar el espíritu» original del centro. Por ello, los murales aborígenes que se pintaron en las paredes de los antiguos edificios se han reproducido en la moderna fachada de la nueva escuela; también se han conservado las colecciones de arte aborigen, presentes en las aulas, el salón y la entrada.
«Los verdaderos ganadores son los niños que pasarán tiempo en el edificio, un lugar de enriquecimiento para muchos años”, explicó el director del programa WAF, Paul Finch, que explicó que el jurado votó a este edificio con unanimidad.
Los arquitectos «se esforzaron en entender la historia del lugar, la cultura y el tiempo, y el resultado del proyecto es poético, un edificio en el que su alrededor, el paisaje, el interior y el exterior, la forma y los materiales fluyen a la perfección de una manera inesperadamente encantadora», resume Finch.